[+18] Intuición (privado Alen / Ruby)

¿Segura...?

Alen le besa de regreso con pasión desbordante, y casi rugiendo la encierra debajo de su cuerpo, tomando la mano en su melena y, con fuerza sorprendente para su talla, aprisiona la muñeca en su mano; su cadera empieza a empujar cada vez más rápido y más profundamente en la cadera de Ruby, y pronto se hace perceptible un... un... ¿un bulto?

Se detiene con los ojos cerrados, boqueando, jadeando; siente que la blusa no le queda. Suelta a Ruby mientras echa el cuerpo para atrás y técnicamente se arranca la blusa frente a ella, junto con el top; sus tímidos senos, de pequeños pezones rosados, son fugazmente visibles antes de que se incorpore y se dé la vuelta ante la luz de la luna.

Una vez incorporada, Alen hizo lo posible por mantenerse tranquila y no desmayarse, sosteniéndose del barandal de la cama. Su espalda empieza a ensancharse y los músculos en ella apenas a marcarse, a la par que sus caderas apenas se enjutan. Tras unos momentos y ya con más tranquilidad, traga saliva y se voltea...

Sus rasgos afilados se han hecho apenas más toscos, y en su rostro una barba de candado, delgada y roja como su cabello, cubre su barbilla y el espacio bajo su nariz. Su torso, apenas marcado, es bañado por la luz plateada que entra por la ventana. Los ojos verdes aún con las pupilas felinas buscan los de Ruby, mientras sus cuernos de carnero terminan de salir de entre su aún más espesa melena.

-Yo... bueno, yo...- murmura, con una sedosa y apenas más grave voz masculina -, lo siento, preciosa, ya no pude... contenerme...

El brillo en la mirada de Ruby parece aumentar al sentir como su muñeca es aprisionada, más sus ojos se abren de par en par al comenzar a sentir el naciente bulto chocar contra su cadera. Ruby con la boca entreabierta mira el como Alen se arranca la blusa y su rostro se sonroja por completo.

Luego del espectáculo de cambio físico ajeno la hellhound traga saliva, se encuentra sin la capacidad de encontrar palabras que decir en aquel momento, se sienta en la cama al sentir la mirada ajena, una sensación de miedo y emoción se apoderan de su flama interna a la par que rapidamente se retira la playera de tirantes que estaba usando dejando su prominente pecho a la vista, siendo este solo sujetado por el sostén.

—No tienes porque...disculparte— Dice con la mirada embobada en la ajena, la hellhound traga saliva a la par que abre las alas de nuevo junto con sus brazos invitando de esta forma a que Alen le abrace de nuevo; puede que solo fuera el aura de demonio de lujuria ajena pero realmente se sentía atraída a esa criatura frente a ella.

Después de quitarse la ropa que le queda (porque definitivamente esa falda tan larga terciopelo le mata el momento... ya no se hable de las bragas color beige, que ya no sirven para cubrir sus partes íntimas), Alen se abalanza sin pensarlo a los brazos de Ruby. Sus caricias y ademanes han dejado de ser tan delicados y tímidos, y empieza a aplicar algo más de fuerza al oler cómo Ruby se emociona.

El joven besa loca y apasionadamente a la hellhound, con su lengua invadiendo su boca en rápidos pulsos y sus manos ansiosas buscando en la espalda de Ruby para liberar sus pechos... si ya se le antojaban deliciosos, como varón son irresistibles. Los besos emigran, mezclados con mordidas aquí y allá, hacia los bordes del sostén; mientras sus manos toman a la joven por las caderas y no permite que se alejen ni un momento de su intimidad. El bulto es ahora muchísimo más perceptible; ha crecido de tamaño, y se repega acusadamente al cuerpo de Ruby.

Nunca he hecho esto... tendrás que guiarme, piensa, subiendo de nuevo las manos para liberar su sostén y volver a besar su boca como si no hubiera un mañana.

Ruby recibe al varón en sus brazos, aliviada de que no la siguiera tratando de manera dulce pero a la vez aterrada de cerrar los ojos, sabía por el aroma y las sensaciones lo que vería si se le escapaba por un instante el no ver atentamente al pelirrojo.

Un agudo gemido escapa sus labios para corresponder al beso en un instante, rodeando al chico en un abrazo sobre los hombros tenía que mantenerse consiente de que no estaba en hell y era dificil, pero a la vez era una experiencia inolvidable de buena manera; Ruby mueve sus caderas contra la intimidad de Alen  a la par que sus alas comienzan a moverse y su brazo se retira del camino para permitir que el sostén sea retirado por completo, ahora solo faltaban sus bermudas y sus pantaletas.


—No es tan dificil, descuida— Ruby correspondió de nuevo al beso abriendo sus bermudas con desesperación, quería quitarse la ropa también, lo bueno de todo es que tenía una vista envidiable en la oscuridad por lo que contra lo único que realmente debía luchar era la necesidad de cerrar los ojos.

-Permíteme- murmura en su oído; sus manos bajan hasta sus bermudas y las abre, bajándolas con total firmeza por la pierna buena hasta retirarlas por completo. Acto seguido, sus labios vuelven a la juntura de su cuello con su hombro para dar una mordida firme, sin lastimar la piel de Ruby, pero sí sujetándola para que sus manos se cuelen por debajo de la ropa interior, cubriendo su trasero y masajeándolo con avidez; tras unos momentos, baja también su ropa interior, deshaciéndose de ella ahora con lentitud y levantándose de su cuello para mirarla fijo mientras lo hace. Su mirada es diáfana, expectante, con las pupilas dilatadas y la respiración queriéndose agitar.

-Sabes, yo podré no saber qué hacer con este cuerpo, pero sí sé perfectamente qué hacer con el tuyo...- dice sonriente, casi arrogante, regresando a su cuello para volverlo a morder; sigue sin abrir su carne, pero la sujeta con firmeza mientras una de sus manos empieza a juguetear por su regazo; sus delgados dedos suben y bajan por la parte interna de piernas, en sus ingles, apenas rozando en medio. El aroma está por enloquecerlo, sintiendo el torrente de hormonas colarse por sus narinas y entrar en su torrente sanguíneo, acelerando su corazón, agudizando todos sus sentidos. Nunca había sido hombre, pero de un modo u otro se siente en su elemento...

La mente de Ruby parece estar desvaneciéndose con el tacto ajeno, al escuchar sus palabras la demonio sonríe ladina — heh~ cierra la boca— bufa conteniendo una pequeña risa solo para acto seguido aferrarse de uno de los hombros ajenos al sentir la mordida en su cuello, el cuerpo le hervía, definitivamente necesitaba más a estas alturas.

Miró la cabellera ajena antes de corvar la espalda al sentir los dedos del chico juguetear en sus ingles; Ruby separó las piernas ligeramente permitiendo al chico moverse con más libertad a la par que paseaba las garras por su espalda en un suave movimiento —Yo puedo ayudarte con tu...problemita en cuanto gustes— añadió con un fuerte toque de lujuria en su voz, Ruby normalmente era del tipo callado en estas situaciones así que el estar hablando tanto solo hacía que su rostro se pusiera más rojo.

La hellhound dió un tirón en el cabello del chico para separarlo de su cuello un momento y ver sus ojos, la forma de las pupilas, definitivamente ya no había nada en esos ojos que le recordara a Jules y sin embargo seguía completamente embelesada por estos, de un jalón acercó el rostro ajeno al propio de nuevo devorando su boca como si de un manantial en un desierto se tratara, entrecerró los ojos por un momento, más a pesar de estar ya más relajada seguía con miedo a cerrarlos del todo "mirame a los ojos" dijo por medio del enlace previamente formado, quería ver la mirada ajena al besarlo o quizá solo no quería ser la única persona en esa cama con los ojos abiertos en todo momento.

Ante los tirones en su cabello el muchacho gruñe enseñando sus afilados colmillos, pero besa a Ruby con pasión y los ojos cerrados en cuanto ella se lo lleva a los labios; se coloca entre sus muslos mientras la empuja hacia las almohadas, cuando escucha su voz retumbando en su cabeza... y con dificultad va abriendo los párpados hasta mirarla fijo, el ojo rojo y el ámbar clavados en los de él y sus dilatadas pupilas, como las de un gato que caza.

Existen tres tipos de lujuria.
El primero es una lujuria llana, llevada solamente por el deseo de reproducirse. Las ganas desnudas de coger.
El segundo es una lujuria llevada por el odio: el sexo y el deseo como medio para destrozar, para ejercer un poder absoluto y eterno en la mente del otro. Algo dentro de Alen le decía que Ruby había sufrido por este tipo de lujuria.
Y el tercero es esa lujuria por devoción. Este tipo de lujuria es el más nutritivo, y nace del amor intenso entre dos personas; es el que lleva a la comunión, a que se fundan las almas...

Y la lujuria que se puede ver en los ojos de Alen mientras besa a Ruby es el primero, pero empieza a parecerse al tercero.

Su respiración profunda hace su torso subir y bajar, mientras lucha por no cerrar los ojos mientras la mira fijo. La besa con dulzura, con deseo, con avidez; sus brazos se enroscan alrededor de ella y su cadera encuentra su lugar sobre la de Ruby, rozándose, frotándose cada vez con más ganas contra ella. No tiene idea de lo que hace ni a dónde llegará, pero quiere que Ruby lo guíe...

La hellhound mira al otro demonio atentamente, su mirada se nubla pero algo la mantiene ahí, mirando a Alen directamente a los ojos, da un profundo suspiro en el beso al sentir las caderas ajenas embonar con las propias y si bien estaba el enorme deseo que se seguía acumulando como agua en un vaso algo la hizo separar el beso y abrazar al chico.

Hundió el rostro en su espeso cabello a la par que enredaba sus piernas alrededor de su cadera atrayéndole lentamente

Maldita sea...

Alen pone los ojos en blanco por un instante, sintiendo cada centímetro de su intimidad deslizándose dentro de ella. Es una sensación nueva para él, nada familiar, pero deliciosa y a cada momento más excitante. El jadeo de Ruby en su melena, cerca de su oído, lo hace morderse un labio y aferrar sus manos, apenas más grandes y fuertes, a los hombros de su compañera; empieza un vaivén lento no por temor a lastimarla, si no en un intento por disfrutar todos y cada uno de los movimientos que ambos hacen.


Se separa un poco, irguiéndose para mirar a Ruby a los ojos mientras su cadera se empuja hacia adelante, y se queda ahí por instantes. Sus emociones son completamente transparentes: se ve el deseo, se ve la emoción y la dulzura de su corazón desbocado, en todos los sentidos entregado a Ruby. Sin necesidad de que ella repita la orden, él baja de nuevo para besarla con los ojos completamente abiertos y dilatados, haciendo un vaivén lento y profundo que no tarda en acelerar.